La memoria: educación bulímica

Nuestra sociedad ha cambiado. Vivimos en un mundo en donde tenemos cualquier información al alcance de un clic en el ordenador o móvil. La memorización ha perdido una gran parte de su poder en el aprendizaje. En la antigüedad, con poco acceso de la población a los libros o escasas bibliotecas públicas, el conocimiento se había memorizado no se poseía. Los maestros poseían muchos conocimientos que debían transmitir a los alumnos porque de otra forma nunca los sabrían. En el siglo XIX, si un niño no se sabía las capitales de los países, era muy difícil que pudiera encontrar esa información, puesto que en la mayor parte de los hogares no había enciclopedias y en muchos municipios pequeños no había bibliotecas. Así pues, la memorización tenía un papel importante.

Pero en la actualidad ya no es así, porque tenemos toda la información que necesitamos almacenada en el ordenador (muchos niños de bachillerato guardan los apuntes en el ordenador y los pueden recuperar cuando quieran, incluso los hay que graban las clases en audio) o también están disponibles en internet, y en la mayoría de municipios ya existen bibliotecas (en las escuelas también), con lo que es fácil en poco tiempo acceder a la información que precisemos. Almacenar datos en la memoria ya no es de vital importancia. Por lo tanto, se plantean algunos interrogante básicos: ¿debemos insistir en memorizar? ¿No sería bueno enseñara los niños a buscar la información y a distinguir la valida de la engañosa? ¿Por qué en muchos exámenes todavía se da prioridad a la teoría en lugar de a la práctica?

Seguir priorizando la memoria como indicador del conocimiento es inútil hoy en día. Ha dado lugar a que se conoce como “educación bulímica”: memorizar una cantidad enorme de datos para vomitarlos el día del examen y no recordarlos nunca más (…).

Pero que el hecho de memorizar no sea tan importante en la actualidad porque tenemos la información al alcance de la mano no quiere decir que no debamos trabajar la memoria. Y es que la gente confunde memoria con memorizar. No es lo mismo. La memoria es una gran herramienta que debe trabajarse y cultivarse. Pero no hace falta hacerlo empollando las asignaturas.

Los niños ya memorizan: se aprenden canciones, cuentos enteros, los nombres de los niños de su colegio o los jugadores de su equipo preferido. A nivel académico, hay que aprender las tablas de multiplicar y el abecedario, ya que ambas cosas nos van a facilitar mucho nuestra vida. La memoria ya se trabaja por sí sola en la infancia. Fomentemos que nuestros hijos desarrollen una buena memoria, pero no que sus aprendizajes sean memorísticos, porque los olvidarán.

Los aprendizajes deben tener una elevada carga emocional (que gusten, que sean lúdicos, motivadores…) y una baja carga memorística si queremos que perduren en el tiempo.

En cuanto a trabajar y desarrollar la memoria, hay formas más agradables que estudiando y repitiendo, créanme. Veamos algunas:

  • En primer lugar, intente que comprendan lo que van a tener que aprender. Si uno entiende, es más fácil que lo fácil que lo fije en la memoria de forma permanente. Si no, esa memorización va a durar lo mismo que el examen.
  • Enséñeles reglas nemotécnicas. No sé por qué, pero a los alumnos les encantan. Y seguramente muchos de nosotros recordamos cosas inverosímiles que aprendimos con reglas nemotécnicas.
  • La repetición ayuda, aunque también aburre más. Pero hay aprendizajes (como las tablas de multiplicar o el abecedario) que deben memorizarse y que la clave está en repetir. Para no ser tan aburrido, se pueden repetir visualmente (si tienen a la vista el abecedario en la pared durante varios cursos, acaban aprendiéndose el orden de las letras sin hacer nada) o cantando. Por eso hay muchas canciones en todos los idiomas para aprender el abecedario o las tablas.
  • Déjeles jugar. Hay juegos (como el Memory) que ya están encaminados a trabajar la memoria, pero en la mayoría de juegos de mesa (de cartas, por ejemplo) hay que memorizar las cartas que han salido o la jugada que ha hecho el contrario.
  • No estrese a los alumnos. Un alumno estresado o bajo presión pierde la memoria (a los adultos también nos pasa). ¿Cuántas veces ha tenido que hablar ante un auditorio o en una reunión y lleva una notita en un papel porque si está nervioso la memoria le puede jugar una mala pasada? Por eso en muchos concursos de la tele, el concursante de turno seguro que ha demostrado más conocimientos fuera del plató que ante las cámaras. «El exceso de hormonas del estrés o descargas de catecolaminas parece perjudicar a las contribuciones del hipocampo y de la amígdala, respectivamente, en el procesamiento de la memoria». Si quiere que sus alumnos/hijos desarrollen la memoria, neo les fuerce y deles tiempo y tranquilidad.

 

Extracto del libro: La Escuela más feliz, de Rosa Jové, La Esfera Libros. 

 

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