Dermatología y cuidado de la piel

Durante el embarazo, las mujeres sabemos gracias a la experiencia de nuestras madres, amigas y profesionales, que el cuidado de la piel es esencial.

Adoptamos nuevas rutinas de skincare que contienen más productos naturales y menos tóxicos, para que tanto la salud de nuestro hijo como la calidad de nuestra piel no se vean afectadas. Es una buena opción realizar una visita al dermatólogo al empezar el embarazo que haga un primer análisis de nuestra piel. Nosotros consultamos a la clínica Dermatología Dexeus, clinica dermatologia laser, que cuentan con un equipo experto en el cuidado y mantenimiento de la piel, y están especializados en tratamientos con láser: de los únicos remedios existentes para acabar con los principales problemas de la piel, para que nos asesorara sobre los cambios de la piel en la mujer durante el embarazo.

Salimos de la consulta con recomendaciones para tener unos hábitos saludables en el cuidado de nuestra piel y la ayuda de algún producto hidratante y es que, toda ayuda es buena para evitar las estrías tan molestas que aparecen al tensarse la piel del abdomen y de los senos al ir gestándose nuestro bebé. También nos preocupa el estado de la piel de las piernas, con la posible aparición de algunas estrías y la temible piel de naranja. El cuidado de la piel de nuestro rostro requiere un especial cuidado por las manchas hormonales de la maternidad.

Aún así, ¿qué sabemos de la rutina y de los cuidados que hay que adoptar cuando ya hemos dado a luz? La piel, con el posparto y sin un cuidado específico, tiende a verse reseca y apagada, sin la luminosidad y vitalidad que tanto anhelamos. Es imperativo para la salud de nuestra piel y para nuestro bienestar psicológico tomar conciencia de ello desde el primer día y tener en cuenta de que, para nutrir la piel, debemos seguir esta pauta:

  • Una buena alimentación, llena de vitaminas, minerales y grasas buenas, evitando los alimentos ultra procesados.

A estas alturas de la vida, sabemos de la importancia de una buena alimentación. Es una de las bases del bienestar, ya que impacta tanto en el físico como en la mente. Una buena alimentación basada en el consumo de muchas verduras, hidratos necesarios, grasas saludables y una hidratación constante son la clave de que la piel brille desde dentro. Las propiedades que nos aportarán estos alimentos son antioxidantes, vitaminas y minerales, siendo estos los máximos contribuidores de una buena generación de colágeno, la base de la hidratación, elasticidad, luminosidad y tersidad de la piel.

  • Una buena rutina de cuidado de la piel adaptada a las necesidades de tu piel en este momento del tiempo.

Nuestra piel pasa por muchos ciclos, ya que la calidad y respuestas de esta siempre vienen de la mano del ciclo hormonal y este, es muy variante dependiendo del momento vital en el que nos encontramos. Hormonalmente, al haber gestado a un hijo ha habido una revolución hormonal en nuestro interior que ha ido desvaneciéndose a medida que nuestro cuerpo se ha dado cuenta de que ya no se está embarazado. Y es por ello que, junto con la buena alimentación de la que hablábamos antes, una buena rutina de cuidado de la piel es necesaria, y que aportará todos los cuidados necesarios que requiere y que no sólo dependen de la buena alimentación que llevemos. Retomemos las buenas costumbres de antaño (una buena limpieza, hidratación, sérums y mascarillas) sin nunca dejar de ponernos protección solar.

  • Invierte en los tratamientos adecuados.

Destinar una parte de nuestros ahorros en el cuidado de uno mismo es invertir en bienestar. Podemos estar haciéndolo todo muy bien, cuidando nuestra piel a diario y alimentándonos con una dieta variada y completa. Aún así, lamentablemente haya cosas de nuestra piel que no acaben de recuperarse del todo, como las manchas, las arrugas, la decoloración de la piel y la falta de luminosidad. Hoy en día existen una gran variedad de tratamientos, ejecutados por médicos potencialmente muy preparados, que ayudan a mejorar la calidad de la piel y eliminan las imperfecciones más visibles y molestas.

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